miércoles, 23 de abril de 2008

LA CRISIS POLÍTICA DEL PAÍS


NO ES HORA DE IMPROVISAR


Editorial de EL TIEMPO, 23 de Abril de 2008.

La cascada de acontecimientos de las últimas 48 horas ha puesto al país al borde de una delicada crisis político-institucional. Los hechos se suceden a ritmo vertiginoso y desconcertante. Basta enumerarlos para entender la explosiva complejidad de lo que se puede estar incubando.

La Fiscalía ordena la detención por concierto para delinquir del ex senador Mario Uribe, primo y aliado del Presidente, quien pidió sorpresivo asilo -rechazado- en Costa Rica; el presidente Uribe propone una "comisión de reajuste institucional" y un "tribunal especial", que desata polémicas reacciones; se lanzan rumores, rechazados con vehemencia por el presidente de la Corte Suprema y el Fiscal General, de que jefes paramilitares habrían sobornado a magistrados para asegurar la elección del fiscal Iguarán; la Corte indaga a la ex congresista Yidis Medina por supuestas prebendas recibidas para votar la reelección de Uribe; el Consejo Seccional de la Judicatura acepta una tutela de las víctimas para congelar la extradición de 'Macaco'; Salvatore Mancuso anuncia nuevas revelaciones sobre la penetración del paramilitarismo en el Congreso y el poder judicial; el Partido Liberal, que había llegado a un acuerdo con el uribismo en el Congreso sobre el trámite de la reforma política, reacciona duramente a los anuncios del Presidente y en un sólido pronunciamiento de su jefe, el ex presidente César Gaviria, previene sobre enormes peligros de crear comisiones para quitar a la Corte su misión institucional, y se dice dispuesto a examinar iniciativas como el adelanto de las elecciones o una constituyente.

Apenas algunos de los hechos más impactantes de estos días. ¿Guerra de ventiladores alimentada por el paramilitarismo? ¿Comedia de equivocaciones de los poderes institucionales? ¿Encrucijada o hecatombe? Un poco de todo, sin duda. Pero lo claro y cada vez más preocupante es que el país se está "descuadernando", como hubiera dicho el ex presidente Carlos Lleras. Y que puede entrar en una inquietante desestabilización, con graves efectos sobre la economía, la imagen internacional y la inversión extranjera, de continuar este choque entre los poderes que soportan nuestro andamiaje democrático.

* * * *

Para empezar, preocupa que los últimos actos y declaraciones del Gobierno transmitan al país la impresión de que la Corte Suprema de Justicia está urdiendo un complot contra el Presidente. Los mensajes de Uribe, que llaman a la objetividad de los fallos judiciales, y del ministro Carlos Holguín, en declaraciones a este diario, que manifiesta dudas en cuanto a la imparcialidad del alto tribunal, y el tono de la reunión de las mayorías uribistas en Palacio, con propuestas de reforma política que llegaron a insinuar incluso el remplazo de la Corte por otro tribunal para juzgar a parlamentarios y al propio Primer Mandatario, indican que el Gobierno siente que la Corte no está siendo imparcial en la 'parapolítica'. Y que sus decisiones tocan cada vez más directamente al círculo íntimo del Presidente, como lo están presentando los medios internacionales.

La situación difícilmente podía ser más complicada. El equilibrio entre los poderes públicos y el respeto y confianza entre ellos es, por definición, la garantía de estabilidad de las democracias. Con mayor razón en un país con los problemas del nuestro, y más aún cuando la Corte es el eje central de manejo institucional de un tema de la complejidad e implicaciones de la 'parapolítica'. De allí la importancia de la forma en que se salga de este atolladero. No bastan llamados genéricos a la prudencia y el respeto por las instituciones. Y, por supuesto, atizar la confrontación entre los poderes sólo llevará a empeorar las cosas.

* * * *

El propio presidente Uribe, apoyado en la legitimidad que le otorgan sus altísimos índices de aceptación, ha reivindicado sistemáticamente como un logro de su gobierno que las investigaciones por nexos entre políticos y paramilitares han avanzado bajo la conducción independiente del poder judicial. De allí la importancia -como lo pidió César Gaviria- de apoyar al alto tribunal y a la Fiscalía para que lleven hasta las últimas consecuencias -y con el rigor jurídico requerido- esta investigación de nexos entre políticos, mafiosos y paramilitares. Y la necesidad de una reforma política que, a diferencia de la versión edulcorada que se trata de aprobar, ponga claros frenos y castigos a la penetración que estos lograron en el Congreso, entre ellos el de dejar vacía la curul no bien sea detenido quien la ocupe por 'parapolítica', sin esperar hasta una lejana sentencia. Sólo avances claros en esta dirección, sin que nadie se atraviese en la labor de la Corte y la Fiscalía, y con una reforma política que envíe un mensaje claro y contundente al país, permitirán que el Congreso recupere su legitimidad perdida.

Además, es necesario diferenciar. Una cosa son la 'parapolítica' y sus implicaciones, y otra los problemas de fondo que arrastra el sistema electoral y de partidos. Pretender meterlos juntos en el saco de la reforma política sólo dará al traste con las soluciones para uno y otro fenómeno. A estas alturas, adelantar las elecciones, convocar una constituyente o empujar una reforma constitucional para cambiar el andamiaje institucional pueden agravar lo que se pretende resolver. Un país coherente usa las instituciones que tiene para resolver las crisis; una 'banana republic' las cambia al vaivén de las necesidades.

Y de eso se trata, justamente. De que las instituciones que hoy tiene el país, de gran tradición y estabilidad, funcionen. El Ejecutivo y la Corte deben desmontar de inmediato el tono pugnaz de sus comentarios. El Gobierno tiene una inmensa responsabilidad. No puede incurrir en salidas en falso, como la de un "reajuste institucional" en semejante momento; ni debe maquillar la reforma política; ni permitirse declaraciones imprudentes, como las que dio la semana pasada en la radio un cercano asesor en el sentido de que el proceso de Mario Uribe iba muy bien (de paso, nada hace más daño al Presidente y a su imagen internacional que su insólito pedido de asilo en Costa Rica, oportunamente denegado por el gobierno de ese país). La Corte debe cumplir su papel con serenidad, firmeza y sin tentaciones mediáticas. Y sin que otros poderes le pongan palos en la rueda. Y el Congreso está en la obligación de hacer lo que tenga que hacer para purgarse y recuperar legitimidad.

* * * *

Si los protagonistas diversos de este enfrentamiento político-judicial no actúan con la serenidad, altura y responsabilidad que demanda la situación, Colombia podría sufrir un grave retroceso. Que todos acabaríamos lamentando, uribistas, antiuribistas y, sobre todo, el pueblo colombiano, que no participa en las peleas de sus dirigentes, pero es el que siempre acaba pagando los platos rotos.


Mario Uribe Escobar,
una propuesta indecente



Editorial El Colombiano, 23 de abril de 2008

Es inaceptable que Mario Uribe haya pretendido burlar la justicia. Por fortuna Costa Rica negó el asilo. La mejor manera de defender a Colombia es buscar la verdad, promover la transparencia y evitar caer en la trampa de quienes pretenden refundar un país ajeno a la voluntad de la mayoría.


Indecente que Mario Uribe Escobar, congresista por 22 años y ex presidente del Senado, desconozca la potestad y legitimidad de la justicia colombiana. No de otra forma puede calificarse su solicitud de asilo político ante la embajada de Costa Rica, en Bogotá, minutos después de conocer la medida de aseguramiento que le dictó la Fiscalía General de la Nación.

¿Pero por qué la Fiscalía no llegó de una vez por él, como ha llegado por tantos otros? ¿Por qué le dio la oportunidad de decir que se entregaría y de engañar a la justicia y a todos los colombianos, al pedir refugio en la legación diplomática costarricense?La orden de detención preventiva, sin beneficio de excarcelación, la profirió un fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia, al resolverle la situación jurídica después de haberlo oído en indagatoria. El delito por el cual se le investiga es el de "concierto para delinquir por acuerdos para promover grupos armados al margen de la ley".

Mario Uribe renunció a su investidura de senador para sustraerse a la competencia de la Corte Suprema de Justicia y acogerse a la de la Fiscalía y la justicia ordinaria. Este proceder, aunque legal, no es de buen recibo.

Rechazamos rotundamente la petición del ex congresista. Mario Uribe ni siquiera debió intentar ser favorecido con un asilo político, que se concede sólo en casos de persecución, no cuando la persona es acusada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de la ONU. El supuesto concierto para delinquir para promover grupos armados ilegales no cabe en la categoría de delitos políticos. Por fortuna, el gobierno de Costa Rica consideró improcedente la petición de Mario Uribe, luego de evaluar las condiciones exigidas a la luz del Derecho de Asilo.

Es obvio que el ex parlamentario pretendió eludir la acción de la justicia colombiana. Esto es aún más inconcebible en quien tiene formación jurídica, participó en la elaboración, interpretación y reforma de muchas leyes y ostentó la alta dignidad de congresista y llegó a presidir el Legislativo.
El presidente Álvaro Uribe, en un mensaje claro, corto y oportuno, convoca a todas las ramas del poder público y a los ciudadanos a preservar la institucionalidad de Colombia: "La medida de aseguramiento contra el Senador Mario Uribe, me duele. Asumo este dolor con patriotismo, sin mengua en el cumplimiento de mis responsabilidades, con el interés único de proteger las instituciones, protección que además depende de los titulares de las otras ramas del poder público".

Colombia pasa por momentos muy difíciles y no hay mejor manera de defenderla que buscar la verdad, toda la verdad, promover la transparencia y evitar caer en la trampa de quienes, desde distintas orillas políticas e ideológicas o delincuenciales, quieren acabar con la institucionalidad para refundar un país ajeno y extraño a la voluntad de la mayoría de los colombianos.

El Presidente Uribe no debe renunciar a su liderazgo ni dejar perder el norte. Y el pueblo debe rodearlo en este trago amargo.

viernes, 18 de abril de 2008

TÌTULARES Y LEADS

COLUMNA DE LA DEFENSORA DEL LECTOR

A VECES, EL LECTOR
SE TROPIEZA EN LA ENTRADA...

Defensora del lector. Columnista de El Tiempo, 16 de febrero de 2008

El periodista es, ante todo, un comunicador y su lenguaje ha de ser claro, preciso y concreto, para que el lector capte la esencia de la información. Eso es especialmente importante en el primer párrafo de la noticia, que en la jerga periodística se conoce como lead (tomado del inglés 'conducir'), que debe ser atractivo y llevar a un pronto conocimiento de los hechos, y que el Manual de Redacción define como "la puerta de entrada a la noticia".

Una buena introducción debe resumir lo más importante de la noticia y despertar la curiosidad del lector. En la edición del 7 de febrero, la Defensora encontró dos ejemplos de lo que no debe ser un lead. Dice en la primera página de EL TIEMPO, bajo el título: '¿Plata de Cajanal en maletín de los $ 400 millones?': "La que parecía ser una historia sacada de una película es ahora la que daría pistas sobre el verdadero dueño de los 400 millones de pesos que aparecieron abandonados la semana pasada en una cafetería de Bogotá...".

Esta críptica redacción deja al lector más preguntas que respuestas. El redactor del lead intenta generar expectativa; sin embargo, el abuso del modo condicional en los verbos lleva a una vaga primera frase y solo en el último párrafo explica cuál es la historia que 'parece' (no 'parecía') sacada de una película: El día en que apareció el maletín, la abogada aseguró que era un caso de extorsión de delincuentes que asaltaron su oficina. Y que no denunció el hecho por temor. Las autoridades creen que el dinero es de ella, pero no dan crédito a su versión".

Si a veces la redacción resulta rebuscada, en otras ocasiones peca de simplista. Eso sucede en el lead publicado en la sección Deportes bajo el título 'Chicó, debut colombiano', que presenta una abrumadora repetición de términos: "Esta noche será el triple estreno en la Copa Santander Libertadores: Boyacá Chicó será el primer equipo colombiano en participar en la edición 2008; Alberto Gamero se estrenará como técnico a nivel internacional lo mismo que su equipo, el que apenas tiene cuatro años en primera división. El rival será el Audax Italiano en Chile, en la primera fase o repechaje que da el cupo para la fase de grupos"...

En este primer párrafo de la noticia, la conjugación 'será' aparece en tres ocasiones; también están repetidas las palabras 'primera', 'estreno', 'equipo' y 'fase'... Con frecuencia, los reporteros abusan de los verbos 'ser' y 'estar', en lugar de reemplazarlos por otros más precisos. Con un simple ejercicio de sustitución se habría logrado mayor brevedad y precisión: 'Esta noche, en el triple estreno de la Copa Santander Libertadores, Boyacá Chicó inicia la participación colombiana en la edición 2008. Alberto Gamero debuta internacionalmente como técnico, al igual que su equipo, que lleva apenas cuatro años en la primera división. Se enfrenta, en Chile, al Audax Italiano, en la primera fase o repechaje que da el cupo para la fase de grupos'.

La buena redacción es la base de la comunicación escrita, y aunque hay muchas maneras de transmitir una información, la más eficaz es siempre aquella que es directa y atractiva. En el primer caso, la excesiva originalidad para captar la atención del lector dio al traste con la claridad. En el segundo, el exceso de simplicidad condujo a un párrafo soso y reiterativo. En ambos casos, el lector se tropezó con la puerta de entrada de la noticia.


A LA HORA DE TITULAR
LA INFORMACIÓN

Por: Víctor León Zuluaga Salazar, Defensor del lector de El Colombiano

Hace varias semanas el lector Luis Fernando Mejía se quejó de la forma de diferente como titulan los periódicos y preguntó: "Señor defensor a qué se debe que los periódicos utilizan títulos tan distintos para la misma noticia. Yo habitualmente leo El Tiempo, El Mundo y EL COLOMBIANO y encuentro que no coinciden" y agregó que "a veces dicen una cosa que no se encuentra y también son confusos".

Las inquietudes del lector son totalmente válidas. Ya me había referido a estos aspectos de la titulación en las columnas del 7 y el 14 de mayo del año pasado. Con los títulos los periódicos dejan una huella de identidad. Cada medio tiene su estilo de titulación y además, si se mira con detalle, las informaciones son distintas: unas más extensas, con datos adicionales o de contexto. El estilo es diferente en la medida que haya originalidad y no mera trascripción de un texto que llega de una agencia de noticias o de un boletín de prensa suministrado por tal o cual entidad.

Pero de todas maneras, aunque los títulos sean diferentes deben reunir los requisitos mínimos. Deben ser claros, informativos, precisos, fáciles de leer y comprender, atractivos y honrados.

La claridad es el atributo principal que reúne a los demás. Un buen título presenta un resumen de la información en pocas palabras y la frase que resulta es comprendida sin equívocos por el lector. No se exagera ni minimiza el hecho, corresponde justo a lo que dice el texto completo e induce al lector a avanzar en la aventura de llegar hasta el punto final.

Titular es tarea compleja y crucial. Lograr un título acertado exige talento y tiempo. Además, como muchos lectores sólo leen los titulares, se multiplica el compromiso y el esfuerzo del diario para satisfacerlos y garantizarles el derecho a la información. Ya los medios de comunicación los envían con prontitud a su teléfono móvil.

La introducción al libro El titular. Manual de titulación periodística, del periodista y profesor de la Universidad de Sevilla Antonio López Hidalgo, afirma que el título es "un buen reclamo, un rótulo luminoso o un guiño pretenciosamente seductor; y, en todo caso, es una información y es también una opinión. Alex Grijelmo (1997:453) dice que e título es la mejor credencial de su texto. Harris (1973:279) dice que el título es el escaparate de la información. Para Vigil (1964:203) el título es como la definición de la noticia. Mar de Fontcuberta (1995:117) es menos metafórica y más explícita: la primera impresión que recibimos de una noticia suele ser a través de un titular".

El autor José Javier Muñoz dice que "un mal título puede arruinar una buena información, pero en ningún caso un título bueno mejora la calidad del texto informativo, aunque sirve para atraer a la lectura".

El manual de estilo y redacción de EL COLOMBIANO define, en el capítulo VIII sobre Titulación, los criterios que deben seguir los redactores y editores a la hora de titular la información. El numeral 8.1.1 dice que "Los titulares son el principal elemento de una información. Sirven, entre otras cosas, para llamar la atención del lector e indicarle de qué se trato lo que va a leer. Es absolutamente necesario".

El numeral 8.1.2 reza que "los titulares deben ser concretos, inequívocos y sin sensacionalismo. Deben responder fielmente al texto de información y no deben establecer conclusiones que no aparezcan en éste. A su vez, deben ser creíbles, atractivos, muy informativos y, si es del caso, imaginativos".

Y más adelante, el numeral 8.1.4 advierte que "no se deben hacer malabares de palabras en ellos. Claro que en algunas secciones, como las de Deportes, Arte y Cultura, Vida y Sociedad, por ejemplo, los mismos contenidos se prestan para titulares con sabor, gracia y buen humor. Sin embargo, en todos los casos, es relevante que respondan al texto".

En suma, el título debe darle respuestas al lector. No debe confundirlo o engañarlo con trampas sensacionalistas. "Deben ser concretos, inequívocos, asequibles para todo tipo de lectores, escuetos, pero correctos gramatical, semántica y sintácticamente", tal como dice el Manual de estilo y redacción de EL COLOMBIANO.

sábado, 12 de abril de 2008

EL DEBATE EN TORNO DE MACACO

TIRO DIRECTO

'Macaco' no es el único

Por: Mauricio Vargas. Columnista de EL TIEMPO.

Extraditar a los 'paras' que delinquen desde prisión es tan importante como dar de baja a 'Raúl Reyes'.
La extradició
n de Carlos Mario Jiménez Naranjo, más conocido en los titulares de prensa como 'Macaco', es un paso importante y en la dirección correcta. Se trata de un paramilitar que después de desmovilizar a buena parte de los 5 mil hombres bajo su mando, dedicados por años a sembrar el terror en Risaralda, el norte del Valle, el bajo Cauca y el sur de Bolívar, mantuvo el eje de su grupo mafioso, habilitado para procesar y exportar cocaína en cantidades gigantescas, según las acusaciones que pesan en su contra en los Estados Unidos. Considerado por años como una especie de intocable de las nuevas generaciones de los carteles colombianos, 'Macaco' creyó que cumplía con los preceptos de la ley de Justicia y Paz con sólo desmontar su ejército y, muy orondo, siguió manejando desde la cárcel su red narcotraficante.

Por eso está muy bien que lo embarquen con tiquete sin regreso a los Estados Unidos. Pero resulta ingenuo pensar que 'Macaco' es el único que incurrió en ese pecado. La verdad es que la mayoría de sus colegas del comando paramilitar han hecho lo mismo que él: desmovilizar a sus cuadrillas antiguerrilla, pero conservar a cientos, quizás miles de hombres como retaguardia de su negocio de cocaína y de sus múltiples actividades que incluyen la extorsión a comerciantes, ganaderos e industriales en varias ciudades, el saqueo de las finanzas de la salud y toda un serie de comportamientos mafiosos para ejercer dominio territorial en sus tradicionales zonas de influencia.

Varios pueblos y ciudades de la Costa Atlántica, así como decenas de poblaciones medianas y pequeñas de Antioquia, los Llanos Orientales, el Eje Cafetero, los Santanderes y el Magdalena Medio, siguen en manos de estas redes que, además de sus lucrativos negocios ilícitos, matan a todo aquel que se les oponga como método de intimidación para mantener su poder. La pregunta sobre si el paramilitarismo en Colombia se acabó debe ser contestada con un sí, pero condicional. En efecto, el paramilitarismo de los diferentes frentes antiguerrilla que alguna vez Mancuso y los Castaño quisieron dominar desde el mando unificado de las Auc, es cosa del pasado. Pero sus redes de narcotráfico y sus mafias que vampirizan regiones enteras con su insaciable sed de dinero y sangre siguen activas.

Las denuncias sobre las actividades ilícitas que los ex jefes 'paras' continúan controlando desde su reclusión en Itagüí y otras cárceles son numerosas y detalladas. Lo mismo que las amenazas a quienes, como víctimas de sus actuaciones, se han constituido en parte en los procesos que la Justicia les adelanta, o aquellos que han interpuesto recursos jurídicos para recuperar las tierras que estos asesinos les quitaron. En varias oportunidades, la Fiscalía ha sacado a relucir evidencias en ese sentido y ha pedido excluir de los beneficios de la ley de Justicia y Paz a quienes mantienen activas sus redes delincuenciales.

El presidente Álvaro Uribe no puede dudar a la hora de quitar esos beneficios a quienes pretendan que con desmovilizar a su tropa ya cumplieron con su parte del trato. Y en este campo, nada es más eficiente que la extradición. A nada le temen más estos asesinos, que a terminar embarcados en un avión de la DEA con rumbo norte. Una vez en una cárcel de alta seguridad de los Estados Unidos, pierden toda su capacidad de mando y sus redes quedan desarticuladas, cuando no inmersas en guerras internas para definir la sucesión. Por todo ello, extraditar a estos capos es tan importante para avanzar en el camino de la consolidación de la seguridad, como dar de baja a 'Raúl Reyes'. Y si de verdad Uribe quiere pasar a la historia, tiene que hacer tanto lo uno como lo otro.




LA FARSA DE LA EXTRADICIÓN DE 'MACACO'

¿Dónde está la bolita?

Por: María Jimena Duzán. Columnista de EL TIEMPO.

Una farsa es una obra teatral cuya trama se basa en mostrar historias aparentemente irracionales pero que mantienen una alta cuota de credibilidad ante el público. Esta definición de farsa le cae como anillo al dedo a la trama sin precedentes que se está desenchipando en el país, desde que el presidente Uribe decidió extraditar a 'Macaco' hacia los Estados Unidos, sin duda el narcotraficante más poderoso y temible de todas las joyitas que hoy se encuentran en Itagüí bajo el mote de paramilitares.

Aunque la noticia ha pasado sin pena ni gloria en los medios, su extradición tiene en vilo a cerca de tres millones de colombianos, víctimas directas del paramilitarismo que consideran su ida a gringolandia como un golpe de gracia a la Ley de Justicia y Paz. 'Macaco' se va a ir sin contar la verdad, y sus terribles secretos quedarán sepultados porque a la justicia gringa solo le interesan los delitos de narcotráfico. (Obviamente, la opinión urbana y los medios andan seducidos por otra farsa: la que montó Sarkozy con el envío del avión ambulancia a la selva colombiana. Como el avión es tan grande, solo puede asistir a los enfermos en una base militar. Pero que no cunda el pánico, ha dicho el general Padilla: las Farc pueden llevar a Íngrid hasta la base militar para que la curen en el avión y devolverse a la selva sin mayor problema, porque de por medio está la palabra empeñada del Ejército. Ni a Tintín se le hubiera ocurrido semejante farsa.)

Pero volvamos a la farsa que nos ocupa para decir que la extradición de 'Macaco' no puede estar mejor sustentada aunque, de hecho, repito, no sea más que una farsa. A simple vista, esta medida ha sido entendida como un castigo. Y en este caso, un castigo más que merecido porque su incumplimiento como beneficiario de la Ley de Justicia y Paz ha sido olímpico: es el único jefe paramilitar que no ha confesado ningún crimen pero que, sin embargo, ofreció dar unos cuantos millones de pesos para resarcir a las víctimas, que él insiste en desconocer. Su abogado, en el colmo de los colmos, ha dado a entender que esta actitud es un acto de generosidad que debería ser tenida muy en cuenta porque ningún otro jefe 'paraco' ha sido tan desprendido. Luego vino el misterioso episodio de la pistola y la granada de fragmentación encontradas hace un mes en Itagüí, cuya propiedad fue atribuida a 'Macaco', quien, dicho sea de paso, maneja desde hace tiempo esa cárcel como Pablo Escobar la Catedral. A los pocos días de ese episodio, el rumor de que estaba negociando con los gringos era vox pópulli.

Pero y entonces, me preguntarán, ¿cuál es la farsa, si no hay extradición más justificada que la de 'Macaco'? Pues la farsa consiste en seguir creyendo que la extradición es un castigo para los extraditables, como en los tiempos de Pablo Escobar, cuando en realidad hoy es un favor que se les hace. La gran mayoría de extraditables prefieren negociar con las autoridades norteamericanas, entregar un poco de su dinero, revelar unas rutas, a cambio de la tranquilidad para el resto de sus vidas al quedar resguardados de la Corte Penal Internacional, como le pasó a 'Rasguño', quien se fue para los Estados Unidos con todos sus secretos de la 'parapolítica' y el paramilitarismo en el Valle del Cauca. El más interesado en su extradición era el propio 'Macaco', y eso lo sabía no solo el Gobierno sino el fiscal Iguarán, quien tampoco se inmutó cuando el rumor empezó a tomar forma, a pesar de que él es el garante de la Ley de Justicia y Paz. La gran pregunta que habría que hacerse es por qué el Gobierno decide hacerle semejante favor a 'Macaco' y acepta enviarlo a los Estados Unidos, sin siquiera exigirle que cumpla antes con las víctimas, como se lo advirtió la Corte Suprema de Justicia.

No es cierto, por lo demás, que ese sea el único castigo que tienen los jefes 'paras' que incumplen la Ley de Justicia y Paz. El Gobierno tiene otra opción además de la extradición: la de obligarlos a pagar la pena ordinaria, que sería de 40 años, pero Uribe la desechó. Por eso, repito: ¿por qué su gobierno le hizo el favor a 'Macaco' de extraditarlo, si era lo que tanto quería? ¿Dónde está la bolita?
(GORTESÍA DE WILLY ALZATE. ¡GRACIAS, WILLY!)

miércoles, 2 de abril de 2008

LA FOTO DE LA DISCORDIA

EL MINISTRO LARREA
NO ERA EL DE LA FOTO[1]


El personaje que apareció ayer con 'Raúl Reyes' en una fotografía publicada por EL TIEMPO –que según la fuente de la Inteligencia de la Policía que la suministró era el ministro ecuatoriano de Seguridad, Gustavo Larrea– es en realidad el dirigente comunista argentino Patricio Etchegaray.
La Dirección General de la Policía Nacional emitió ayer un comunicado en el que asume que el documento gráfico fue suministrado por una fuente de esa institución.
Asimismo, dice que ordenó una investigación interna para establecer quiénes fueron los responsables de la entrega de la fotografía y de la información sobre la misma.
El verdadero personaje
La fuente de la Policía que suministró el documento señaló el domingo que este era parte del material hallado en los computadores de 'Reyes' incautados en la operación en su contra en Ecuador.
Aseguró, también, que se habían hecho las verificaciones respectivas para establecer que se trataba del funcionario ecuatoriano, quien, además, ha admitido que se reunió con 'Raúl Reyes', sin revelar lugar y fecha.
La versión de la fuente policial empezó a derrumbarse en la mañana de ayer, cuando funcionarios y periodistas de Ecuador le dijeron a este diario que la foto no correspondía a Larrea, pese a su parecido. Posteriomente, Patricio Etchegaray, dirigente comunista de Argentina, llamó para informar que él era quien estaba en la imagen.
Igualmente, el ministro Larrea envió una comunicación a la dirección de EL TIEMPO. "No soy el que aparece en la fotografía", dice en su carta y demanda la rectificación de la información publicada.El alto funcionario ecuatoriano califica este episodio como un "nuevo y descabellado intento de desprestigio".
"No es de esta manera como van a callar ni a desprestigiar a nuestro gobierno comprometido con la democracia, la paz y los derechos humanos", afirma en su misiva.
La agencia Efe informó que, a raíz de este episodio, Larrea anunció que su gobierno no reanudará sus relaciones diplomáticas con Bogotá mientras mantenga lo que considera una "campaña mediática" contra Ecuador.
EL TIEMPO lamenta esta situación y ofrece disculpas al ministro Gustavo Larrea y al gobierno ecuatoriano por los hechos.
Comunicado de la Policía Nacional.
1. Asumiendo que la fuente que suministró la información corresponde a un funcionario de la Policía Nacional, según lo manifestado por el diario (EL TIEMPO), la Dirección General quiere precisar que la fotografía no ha sido entregada oficialmente a los medios de comunicación y desconoce los canales a través de los cuales se hizo pública.
2. Como se conoce públicamente, el proceso de investigación forense y de análisis se ha iniciado bajo la responsabilidad de peritos y con el acompañamiento internacional, y serán estas instancias las que en definitiva comunicarán a la opinión pública los contenidos de la información recuperada en el campamento.
3. La Dirección General ha ordenado una investigación interna en el entendido de que la información relacionada con los computadores hallados en el campamento de Raúl Reyes ha sido manejada con toda responsabilidad, y el propio Director General ha presentado de manera pública y directa algunos de los contenidos descubiertos en esos dispositivos.

LA FOTO QUE NO ERA[2]

El día de ayer, este diario publicó una fotografía, extraída del computador de 'Raúl Reyes', suministrada por una fuente de la Policía, cuyo pie de foto decía: "En la foto encontrada en el computador de 'Raúl Reyes', el ministro de Seguridad del Ecuador, Gustavo Larrea, dialoga con el guerrillero". El texto de la información respaldaba esta versión. Copias de la foto se repartieron en la cumbre de cancilleres de la OEA, donde generaron un encendido debate.En realidad, el personaje de la fotografía no es el ministro Larrea, sino el dirigente comunista argentino Patricio Etchegaray, como quedó establecido ayer, cuando ya la publicación se había difundido ampliamente.
Un error lamentable, que reconocemos sin vacilar y que, más allá de EL TIEMPO, afecta la credibilidad de la causa colombiana en el debate diplomático en la OEA y las múltiples informaciones, varias de ellas comprobadas, encontradas en los computadores de las Farc. El tema, además, apunta a una cuestión de fondo del periodismo: la relación con las fuentes y la atribución de las informaciones.
La fotografía procede del computador del guerrillero. El parecido con el ministro ecuatoriano es notable. La foto fue entregada, de manera no oficial (y precipitada, pues el material era aún objeto de investigación, lo que no se dijo al periódico), por la Policía. Y fue esa fuente la que identificó al ministro como el personaje fotografiado. Pero, más allá de las intenciones de la fuente al entregar la foto y de sus eventuales repercusiones políticas hacia la reunión de la OEA, este diario falló en sus procedimientos de verificación (una cosa es un parecido, otra es que se trate de la persona en cuestión) y falló al no atribuir claramente la información a la fuente, en lugar de asumirla como propia. Un doble error que afecta la credibilidad del periódico y que nos obliga a reforzar los mecanismos internos de verificación y control para que esto no vuelva a ocurrir. Y que nos lleva a pedir, desde este espacio, excusas al ministro Gustavo Larrea y al gobierno del Ecuador.

Para lo que no se puede aprovechar este lamentable episodio es para desvirtuar el contenido de los computadores de 'Reyes' y de otros jefes guerrilleros, que ya han mostrado, en casos como el de la caleta en Costa Rica, que contienen valiosa y certera información, la verificación de cuya autenticidad está en manos de la INTERPOL. Como dicen en Colombia, una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.
(resaltados en granate de quien administra el blog)
[1] El Tiempo, marzo 17 de 2008, Nación (1-3)
[2] Editorial El Tiempo, marzo 17 de 2008, Opinión (1-14).